El dolor es un privilegio de los vivos

Dec 10, 2022

 

 

Muchas de vosotras, de vosotros, me habéis preguntado qué se hace con el dolor. Sobre todo con el dolor de una ruptura, de un duelo. Con el dolor emocional de una pérdida.

 

El dolor es una de las puertas más potentes que tenemos para acceder a la verdad, a la nuestra, a la que llevamos y desvelamos dentro de nosotras. La verdad de quién somos, de dónde venimos, hacia dónde queremos ir.

 

Pero no sabemos usar el lenguaje del dolor para comunicarnos con esta verdad. Y sabemos que está ahí, pero no la podemos entender. Entonces sufrimos una doble pérdida: la pérdida de lo perdido y la pérdida de la verdad que contiene esa experiencia.

 

En general no sabemos comunicarnos con la verdad desde el dolor, en parte porque queremos explicarlo y que al explicarlo se nos pase. Queremos no vivirlo (porque duele), adelantar su final y pasar a otra cosa. Y esas prisas impiden la comunicación.

 

Le hablamos al dolor para que se vaya y eso se llama monólogo y no diálogo, ya que él -el dolor- no ha sido escuchado. Una de las maneras que la Medicina China propone, y yo personalmente también, es la de silenciar, por momentos, las mente explicativa para escuchar lo otro: la víscera, el alma, el sinsentido, la incomodidad, la emoción, el anhelo, el vacío…Y esto “otro” se comunica con nuestra conciencia sin doctrinas ni explicaciones, se comunica en forma de imágenes, de poesía, de música, de movimiento en el cuerpo que se entrega a lo que hay. Se comunica en forma de lágrimas cuya belleza alivia, o de gritos que nos recuerdan que somos salvajes y fuertes, capaces. O de un dibujo que con el color conmueve, o de una escultura que unas manos extraen del barro.

 

El dolor habla el lenguaje de lo creativo. Por eso cuando lo atendemos y dejamos que hable, empezamos a sentir, y poco a poco a comprender, la verdad que lleva dentro. Y habla siempre con el corazón porque es en él donde se siente, donde sucede. Poner el corazón en juego con el mundo, con la vida y con el otro a veces duele: guardado en casa no se rompe. También decimos que el corazón es el órgano que distingue un cuerpo vivo de un cuerpo muerto (si late o no late), y en un sentido más amplio un cuerpo vivo es el que ama aunque “pierda”, y un cuerpo muerto es el que evita vivir para “ganarle” al dolor, evitando asimismo el placer que también implica vivir. El dolor es un privilegio de los vivos, por eso no lo tapamos, lo usamos. Lo usamos para crecer. Lo amamos porque es nuestro. Lo escuchamos para liberarlo. Se comunica desde nuestro corazón con nuestra conciencia y usa para ello el leguaje creativo, para extraer del dolor la enseñanza, nuestra verdad.

 

Y aquí os dejo una pregunta improvisada, acerca de esto que estoy escribiendo y desde la pasión creativa que me gobierna al hacerlo: ¿os apetece que un día nos reunamos para una clase-taller de escritura donde escuchar el dolor y la vida que hay en él? ¿Os apetece explorar en cómo las palabras pueden cuidar de nuestro corazón? ¿Quedamos para comunicarnos con nuestra verdad? Me encantaría poder juntarnos a reflexionar y escribir juntas/os, que “apaguemos” nuestra mente explicativa y veamos lo que sale de esa apuesta. No hace falta que sepas escribir, sólo que quieras conocer otras voces que también están en ti.

 

Espero tu respuesta.

Un abrazo,

Rut

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